Hemos visitado la ciudad de Lisboa en plan familiar, con 2 niños pequeños (de 2 y 4 años) y la experiencia ha sido agotadora pero interesante. En este viaje hemos sacado dos conclusiones importantes: la primera, que no se debe viajar con niños tan pequeños si se quiere disfrutar y conocer una ciudad a fondo y la segunda: que hay que salir con bastante tiempo al aeropuerto, para evitar imprevistos de última hora (casi perdemos el avión).
Respecto a Lisboa, comentaré que no es una ciudad que atrape a primera vista, pero tiene rincones interesantes. Está la Lisboa moderna donde se celebró la Expo 98, con espacios abiertos, edificios modernos, el Pabellón Atlántico, donde se celebran conciertos y espectáculos, además de otras atracciones como el teleférico, desde donde podemos contemplar una vista estupenda del Puente Vasco de Gama, según los portugueses que son muy presumidos, es el más grande de Europa con sus 17,2 Kms.
Por otro lado, está la Lisboa antigua, la parte vieja, donde nos encontramos las auténticas calles del centro histórico de la ciudad. La Baixa es la zona más visitada y el corazón de la ciudad, por donde transitan los pintorescos tranvías y a la vez nos deleitamos con el sonido de los fados al pasear por sus calles. En el Barrio de Alfama encontramos la Catedral de Lisboa, una de las más antiguas de la ciudad, construida en el año 1147 y el Castillo de San Jorge, de visita obligada, pues desde allí se puede disfrutar de una de las vistas más bellas de la ciudad. Ambos tuvieron que ser reconstruidos después del terremoto que asoló la ciudad en 1755.
Otra zona interesante es la zona de Belem, donde encontramos el Monasterio de los Jerónimos y la famosa Torre de Belém, desde donde se puede apreciar el Puente 25 de Abril o el monumento a los Conquistadores y está rodeado de jardines y praderas. No hay que irse de allí sin probar uno (o más) de los deliciosos y tradicionales pasteles patentados por la pastelería de Belém desde 1837.
Nosotros estuvimos en Portugal dentro de un ambiente cubano, pero pudimos apreciar la amabilidad y cortesía de sus habitantes así como la tranquilidad con la que viven la vida. El portugués es difícil de entender, aunque con las palabras clave, como "obrigado" (cuesta acostumbrarse a decirla) o "não falo Português", se puede ir tirando.
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