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Bienvenidos

Soy una persona normal, casada, madre de dos hijos, trabajadora, entusiasta, que disfruta los pequeños momentos buenos de la vida y a la que le gusta escribir. Hoy inicio este Blog para que queden plasmados mis pensamientos, opiniones o comentarios y algún día, quizás mis hijos lo lean y me conozcan un poquito mejor. Simplemente contaré momentos de mi vida cotidiana o compartiré alguna opinión que me parezca interesante. ¡Bienvenidos!

viernes, 19 de noviembre de 2010

Motes, apodos y otras genialidades



Hay cosas que marcan en la infancia de una persona. Una de ellas son los motes. Los hay cariñosos, divertidos y algunos hasta llegan  a ser insultantes. Recuerdo que cuando tenía unos 5 años, se me ocurrió contar en casa que había una niña en el cole que se llamaba como yo, pero que su apellido era Torralba.  A partir de ese momento, mi hermano, que  escuchaba la conversación, me empezó a llamar “ Torralbona”. Lo repetía constantemente y a la vez se reía.  El apodo en sí no era ni un insulto ni nada por lo que tuviera sentido molestarse, pero cada vez que me llamaba así, conseguía hacerme rabiar de una manera que no podía controlar. Otro adjetivo que  tuve que aguantar durante años, fue el de “frenteguagua”, refiriéndose al gran tamaño de mi frente y éste me marcó tanto, que hoy en día nunca salgo a la calle con la frente despejada, pues me llegó a acomplejar de verdad. En la época del colegio, muchos niños podían ser muy crueles calificando a los compañeros con algún que otro mote y algunos llegaron a tener bastantes complejos por este motivo. Motes como “El piojo”, “el chato”, “la chupa chups”, "la omnipresente"..., se oían constantemente por los pasillos del colegio. Cuando somos mayores seguimos con la costumbre de poner nombres y a nuestras parejas les llamamos cosas como “cari”, “cuchi cuchi”, mi gordi, mi osito/a, etc. etc. y a algunos amigos les seguimos llamando tal como se le apodó en su día, pues ya están tan acostumbrados, que si no les llaman así, hacen caso omiso. Hoy en día lo miro en la distancia y me hace gracia; no puedo evitar una sonrisa cuando al recoger a mi hijo en el colegio, se despide de su amiguito diciendo: “¡Adiós patata frita!”. 

3 comentarios:

  1. Hola Eva: Me ha gustado eso de los apodos, hace pocos días comentábamos con Mª Y Tony, algunos de los que teníamos en la escuela y que habían sido causa de peleas al salir de misma.
    Iré leyendo y comentando tus otros artículos.
    Buenaidea,

    Ramon Hirujo

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  2. En los coles, siempre hay un "graciosillo" que se dedica a crear tales "nombretes" y algunos son realmente muy creativos. El último que recuerdo que me adjudicaron era: Jicoteo. No creo que fuera por mi lentitud o longevidad o algo por el estilo, sencillamente sonaba gracioso. Actualmente me encuentro con el "graciosillo" y aún me llama así, en fin, esto de los motes a veces es para toda la vida.

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  3. ey hermana, ciertamente que los motes o apodos dejan huellas permanentes en las personas. En el caso nuestro, suerte que el que te adjudiqué en aquella ocasión se fue desvaneciendo al pasar del tiempo, y quedó en una niñada. Y como dices, recuerdo que reía a carcajadas y tu echabas chispas. Es que parece que lo de "Daniel el Travieso" me pegaba en aquellos tiempos, y creo que todavía queda algo, pero ya por suerte son travesuras mucho más "light". Bueno hermana, muy bien por tus apuntes en tu blog. Ya veremos como vamos interactuando.

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