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Bienvenidos

Soy una persona normal, casada, madre de dos hijos, trabajadora, entusiasta, que disfruta los pequeños momentos buenos de la vida y a la que le gusta escribir. Hoy inicio este Blog para que queden plasmados mis pensamientos, opiniones o comentarios y algún día, quizás mis hijos lo lean y me conozcan un poquito mejor. Simplemente contaré momentos de mi vida cotidiana o compartiré alguna opinión que me parezca interesante. ¡Bienvenidos!

martes, 28 de diciembre de 2010

Siguiendo la tradición



En estas fechas navideñas, me da por pensar que vamos por la vida siguiendo normas, tradiciones, costumbres, etc. Somos como borregos. Año tras año hacemos las mismas cosas en las mismas fechas; por ejemplo, en Navidad ponemos el arbolito o el Belén, compramos regalos, comemos turrón, bebemos cava, comemos las uvas (en algunos países), jugamos a la Lotería de Navidad… y realizamos un sinfín de actividades como la cena con los compañeros de trabajo, volvemos a escuchar  impasibles el discurso repetitivo del jefe, pregonando austeridad para el próximo año, sonreímos a todo el mundo, enviamos felicitaciones y buenos deseos… Hay quienes odian estas fechas, precisamente por la hipocresía que se respira, o porque tienen que reunirse con esos primos a los que no soportan, una vez más. Hay quienes sufren por sus bolsillos en esta época de desbordada generosidad, por tener que gastarse un dineral en regalos familiares y al final reciben una corbata con cuadros de colores estridentes, que guardan eternamente en el armario, por si al final un día deciden disfrazarse o algo por el estilo. Por otro lado hay gente que disfruta a muerte la Navidad. En octubre ya están decorando la casa, se gastan la paga y el sueldo en comprar los regalos pertinentes, comen hasta reventar, esperan el final de año para cumplir los nuevos propósitos, tales como dejar de fumar o empezar la dieta pospuesta una y mil veces, pensando que de verdad, este año sí lo conseguirán. Luego están los que la Navidad les hace ni fú ni fá. Si hay que comer, se come, si hay que cantar, se canta, si hay que jugar a la Lotería, se juega y a lo mejor son afortunados y hasta se llevan algún premio. Los que mejor se lo pasan en estas fechas, sin duda alguna, son los niños, que con su inocencia y sus sonrisas, llenan los hogares de alegría al recibir sus juguetes (eso los más afortunados que los reciben). A mi hijo lo que le causó sensación, es que Papá Noel y sus renos, se comieron todo la comidita que les dejó al lado del árbol. Eso lo dejó maravillado. Quizás no necesita mucho más. ¡Feliz Año Nuevo!

3 comentarios:

  1. Lo triste será cuando le digan el peque en el cole, que no existe Papa Noel y que son papá y mamá los que le dejan los regalos, será su primera gran desilusión en la vida.
    De la navidad me quedo con las cosas buenas, reunirse con la familia que realmente quieres y las buenas acciones, la gente suele ser más dadivosa en esa época del año, no se pero lo del espíritu navideño está muy bien, ya hemos visto cuantos famosos realizan actividades en estos días para recaudar fondos para los más necesitados, eso mola.

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  2. Si que mola, pero deberían hacerlo el resto del año también, no sólo en Navidad. ;-)

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  3. Construir un ambiente familiar donde compartir con amigos y familiares hace de nuestras vidas un rincón especial y mágico, donde todos nos ganamos la lotería al conseguir transformar nuestras convivencias en pasajes colmados de recuerdos inolvidables y haciéndonos sentir como él mismísimo Santa Claus obsequiando sonrisas y buenas venturas dignas del mejor presente para la ocasión.

    Y realmente, para llevar a fin este hermosísimo plan de armoniosa y saludable existencia no se hace vital recurrir a un calendario para encontrar un día festivo X q producto de la tradición heredada de familia en familia nos pretende dar la oportunidad o, para muchos, la autorización de permitirnos el lujo de construir nuestra dicha y felicidad con nuestras propias manos y contados recursos. Basta con cerrar los ojos y seleccionar al azar uno, varios e incluso los 365 días exactos de cada año, ya que cualquier momento es perfecto y lo que permite que esta perfección alcance su clímax es el hecho de sumarnos nosotros mismos en nuestro propio torbellino de satisfacción y deleite y contagiar con ello a nuestros seres queridos. Pero lo que sucede realmente es que enchuflados en la vorágine de la vida los días se nos escurren como agua por entre los dedos y la rutina nos mantiene adormecidos dentro de un esquema rígido de convivencias y es allí donde viene a relucir, dentro de toda esta gris monotonía, las tradiciones, que recobran su vida propia y nos devuelven aunque solo sea por unos pocos días, el poder de confrontar a la dura realidad y darnos un breve respiro para aspirar y saborear la pasión de la vida.

    Es verdad que muchos pretenden enseñarnos en estos días señalados los detalles oscuros de los orígenes de la tradición y como elemento histórico viene bien para alimentar el caudal del saber pero conocer su génesis en tiempos muy lejanos no empaña la virtud de daros la ocasión de ser feliz en el presente y hacer de esos días algo profundamente nuestro y único. Otros pretenden desenmascararlos, y como una bofetada en pleno rostro, nos descubren el carácter comercial y poco altruista que persiguen dichos días restándole importancia al momento mágico que nos viene encima como una lluvia fresca de pélalos de flores en pleno invierno. Pero no obstante y a pesar de tales vientos contrarios que nos ahogan, las tradiciones continúan cobrando vida y resurgiendo de sus propias cenizas de años anteriores almacenadas con sumo cariño en nuestros corazones para abrirles las puertas una vez más, a los niños, al increíble universo de la fantasía y a nosotros, los menos niños, devolvernos, aunque solo sean por unas pocas horas la sabiduría para distinguir como por arte de magia, la chispa de la vida.

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